miércoles, 17 de marzo de 2010

un crimen/ ignacio rodriguez galvan

- I -
Hubo un tiempo en que atónito miraba
a una joven, que ardiente idolatraba,
modelo de beldad.

"Te adoro, te idolatro", me decía;
y en su pálida frente relucía
pudor, virginidad.

Y brillaban mis ojos de contento.-
Era su hálito puro mi alimento,
mi concierto su voz;
ero su rostro, su mirar mi encanto;
era su triste y doloroso llanto
mi tormento feroz.

Como la flor en el pantano inmundo
la arrojó el cielo despiadado al mundo
entre angustia y dolor.

Y yo corrí, volé de gozo lleno,
y delirante recogí en mi seno
la ternísima flor.

"Huérfanos somos, sin ningún abrigo,
y pobres, desgraciados, sin amigo;
el cielo nos unió.
Tu serás, dulce prenda, mi consuelo,
y para mí será la tierra el cielo..."
Así la dije yo.

Y ella llorando se arrojó en mis brazos,
y en deliciosos, en estrechos lazos,
anudado me vi.
Y en su seno purísimo y constante,
como en la madre el delicado infante,
tranquilo me dormí.


- II -
Y desperté de súbito,
y busqué enajenado
el ángel adorado
de mi ternura objeto y de mi amor.
Pero en silencio lúgubre,
y en soledad y calma
estaba todo; y mi alma
fue presa de inquietud y de dolor.

Me levanto frenético,
a mi adorada llamo;
el eco a mi reclamo
retumbando tan solo respondió.
Y triste, y melancólico,
mi consuelo buscando,
voy lento meditando
las penas en que el cielo me arrojó.


- III -
¿Dó te escondes,
mi querida?
¿Dó mi vida,
te hallaré?
Si no vienes
al instante,
dulce amante,
moriré.
"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

De la vida
en el camino
mi destino
me arrojó;
y de duelo,
de quebranto,
y de espanto
me inundó.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

Pero dióme
para guía,
vida mía,
tu virtud;
Y trocóse mi tormento
en contento
y en salud.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

La joya eres
más hermosa,
más preciosa
que se vio
en el suelo
mexicano,
do mi mano
te cogió.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."


- IV -
Mi pecho agitado de rudo tormento,
el canto elevaba mi lánguida voz;
y solo en respuesta notaba que el viento
espigas y ramas movía veloz.

La luna brillaba purísima y bella
en medio al espacio de claro zafir,
cual cándida, joven, modesta doncella
que mira al amante gozoso venir.

Tan solo escuchaba los lúgubres gritos
de pobre aldeano que alababa al Señor;
y mi alma oprimían los seres malditos
que asaz provocaron del cielo el furor.

En locas ideas mi mente perdida,
pregunto a mi mismo: - ¿Por qué huye de mi?
¡Maldita por siempre, maldita mi vida!.."
Y un ronco gemido feroz despedí.

Temblaban mis miembros, sudaba mi frente,
espesa tiniebla mis ojos cubrió;
y luego del seno quejido doliente,
cual de honda caverna, vibrando salió.

Mas, cielos ¡qué miro!.. ¿La vista me engaña?
¡Es ella!.. la veo.. ¡Qué dulce placer!..
Mas alguien... un hombre... ¡Gran Dios! la acompaña!
Infame, traidora, perversa mujer!

Le mira amorosa... le lleva a su seno..
-¡No más! ya la daga feroz empuñé....
y vuelo... de rabia frenética lleno
en sangre mi diestra, mi brazo empapé!...

la inocencia/ ignacio rodriguez galvan

- I -
Al principiar la noche silenciosa
es más grata la estrella misteriosa
de risueño fulgor,
que si riela en transparente río
la taciturna reina del vacío
en todo su esplendor.

Es más bella la fuente clara y pura
que en delicioso prado con blandura
deslizándose va,
que el torrente veloz que se abalanza
y en un abismo da.

Es para mi más dulce el sol fulgente
cuando arroja del seno del oriente
rayo consolador,
que si mis venas ardoroso inflama
cuando en la tierra espléndido derrama
su fuego abrasador.

Así a mis ojos eres más hermosa,
de mi feraz nación temprana rosa,
niña pura y feliz,
que la joven que erguida se levanta,
y a cuya bella y delicada planta
rendimos la cerviz.


- II -
Modelo de belleza,
la pureza
brilla en tu cándida faz;
la inocencia es tu divisa,
y tu risa
es como un signo de paz.

Alguna vez la hermosura
con ternura
amante me sonrió;
dichoso ya me creía,
y ella impía
con falacia me burló.

Mas tu sonrisa graciosa
candorosa
no es de amor, es de amistad;
¡tu corazón ardiente
inocente
no conoce la maldad.-

Oh cuán venturosa fueras,
si vivieras
de tu infancia sin salir:
entonces feliz serías;
no sabrías
lo que es penar y sufrir.

Mas la ley de la natura
siempre dura,
no perdona a la virtud;
de la humanidad es dueña,
y le enseña
la vejez o el ataúd.

Con los fatigosos años
desengaños
vienen del mortal en pos;
y contra el mundo un abrigo
y un amigo
halla el infeliz en Dios.

El no mas nos da consuelo;-
en el suelo
solo existe una verdad,
y es que la inocencia gime,
y la oprime
triunfadora la maldad.

-Tu vives, oh niña hermosa,
cual la rosa
en lo interior de un breñal;
no de tu sueño despiertes,
porque adviertes
cuán horroroso es tu mal.

Al sueño tornar querrías,
no podrías;
el cielo así lo ordenó;
y tan solamente el llanto
y el quebranto
por patrimonio nos dio.

La vida es estrecha vía,
do nos guía
solo el destino fatal:
encantados proseguimos,
mas sentimos
de súbito frío puñal.


- III -
¿Ese celaje miras que se avanza
meciéndose hechicero,
o volando ligero
como águila veloz?
Aquella nube tétrica lo alcanza,
y aquí y allá lo vuelve,
y rugiendo lo envuelve
con ímpetu feroz.

¿Ves aquella avecilla revolando,
que rápida se eleva,
y su arrojo la lleva
hasta el cielo tocar?
Huracán espantoso rebramando,
desde el espacio inmenso
en remolino denso
la hace al suelo bajar.

¿Ves en las aguas de apacible río
blandamente flotando
y graciosa vagando
la delicada flor?
se acerca al fin a un vórtice bravío;
sus olas bramadoras
la sumergen traidoras
en abismo de horror.

Imágenes son estas de la vida:-
es dulce, placentera,
juguetona, ligera
del hombre la niñez.
En su pecho después la pena anida:
los placeres fenecen,
y los martirios crecen
con furia y rapidez.


- IV -
Goza, goza, niña pura,
de tus días de ventura,
de tu inocencia feliz;
y de tu dicha presente
jamás se borre en tu mente
el delicado matiz.

El pesar que me fatiga
se cambie en delicia amiga
que me halague el corazón;
y pueda lleno de gozo,
de alegría, de alborozo,
entonar grata canción.

Corona de frescas rosas,
apacibles, olorosas,
tejerte quería yo;
y a tiempo que la formaba,
espina que me punzaba
en mis manos se tornó.

la gota de hiel/ ignacio rodriguez galvan

Jehovah! Jehovah, tu cólera me agobia!
¿Por qué la copa del martirio llenas?
Cansado está mi corazón de penas.
Basta, basta, Señor.
Hierve incendiada por el sol de Cuba
Mi sangre toda y de cansancio expiro,
Busco la noche, y en el lecho aspiro
Fuego devorador.

¡A, la fatiga me adormece en vano!
Hondo sopor de mi alma se apodera
¡y siéntanse a mi pobre cabecera
la miseria, el dolor!
Roncos gemidos que mi pecho lanza
Tristes heraldos son de mis pesares,
Ay a mi mente descienden a millares
Fantasmas de terror.

¡Es terrible tu cólera, terrible
Jehovah, suspende tu venganza fiera
O dame fuerzas, oh Señor, siquiera
Para tanto sufrir.
Incierta vaga mi extraviada mente,
Busco y no encuentro la perdida ruta,
Sólo descubro tenebrosa gruta
Donde acaba el vivir.

Yo sé, Señor que existes, que eres justo,
Que está a tu vista el libro del destino,
Y que vigilas el triunfal camino
Del hombre pecador.
Era tu voz la que en el mar tronaba
Al ocultarse el sol en occidente,
Cuando una ola rodaba tristemente
Con extraño fragor.

Era tu voz y la escuché temblando.
Clavóse un tanto mi tenaz dolencia
Yo adoré tu divina omnipotencia
Como cristiano fiel.
¡Ay, tú me ves Señor! Mi triste pecho
cual moribunda lámpara vacila,
y en él la suerte sin cesar destila
una gota de hiel.

adios, oh patria mia/ ignacio rodriguez galvan

Alegre el marinero
en voz pausada canta,
y el ancla ya levanta
con extraño rumor.
De la cadena al ruido
me agita pena impía
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

El barco suavemente
se inclina y se remece,
y luego se estremece
a impulso del vapor.
Las ruedas son cascadas
de blanca argentería.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

Sentado yo en la popa
contemplo el mar inmenso,
y en mi desdicha pienso
y en mi tenaz dolor.
A ti mi suerte entrego,
a ti, Virgen María.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.
De fuego ardiente globo
en las aguas se oculta:
una onda lo sepulta
rodando con furor.
Rugiendo el mar anuncia
que muere el rey del día.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

Las olas, que se mecen
como el niño en su cuna,
retratan de la luna
el rostro seductor.
Gime la brisa triste
cual hombre en agonía.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

Del astro de la noche
un rayo blandamente
resbala por mi frente
rugada de dolor.
Así como hoy la luna
en México lucía.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

¡En México!... ¡Oh memoria!...
¿Cuándo tu rico suelo
y a tu azulado cielo
veré, triste cantor?
Sin ti, cólera y tedio
me causa la alegría.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

Pienso que en tu recinto
hay quien por mí suspire,
quien al oriente mire
buscando a su amador.
Mi pecho hondos gemidos
a la brisa confía.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

a la muerte de un amigo/ ignacio rodriguez galvan

¿Por qué, el aire surcando,
dilatándose del bronce los sonidos;
y sin cesar vibrando
llegan a mis oídos
profundos y tristísimos gemidos?

¿Por qué de muerte el canto
en torno de ese féretro resuena?
¿Por qué el fúnebre llanto?
¿Por qué la amarga pena,
los cirios, y el clamor que el aire llena?

Te miro ante mis ojos
postrado sin aliento, amigo mío;
y sobre tus despojos
su manto negro y frío
tiende la muerte con placer impío.

Y en alas de querubes,
envuelta tu alma en esplendente velo,
y entre rosadas nubes
deja el impuro suelo,
y blandamente se remonta al cielo.

¡Oh, quién te acompañara!,
y ese mundo feliz que habitas hora
contigo disfrutara,
y la paz seductora
que, sin turbarse, en él eterno mora.

En mi patria no viera
sangre correr por la ciudad y llanos,
y que entre rabia fiera
hermanos con hermanos
hasta hundirse el puñal pugnan insanos.

Ni viera la perfidia
de nación, que risueña nos abraza,
y bramando de envidia
luego nos amenaza
y en su mente infernal nos despedaza.

Ni viera hombres malvados,
que sin temer de Dios el alto juicio,
de la ambición guiados
y el deshonroso vicio,
despeñan mi nación al precipicio.

Ni con feroz despecho
la miseria, elevándose espantosa,
cerrar contra su pecho
la humanidad quejosa
y devorar sus lágrimas ansiosa.

Y el luto y exterminio,
en pos del hambre descarnada y yerta,
extender su dominio
sobre su tierra muerta,
y a la peste letal abrir la puerta.
Feliz mi caro amigo,
feliz mil veces tú, que ya en el mundo
el dolor enemigo
con brazo furibundo
no rompe tus entrañas iracundo.

Dichoso tú, que vives
entre el gozo, la paz, la bienandanza
y no, cual yo, recibes
de amor sin esperanza
zozobras y martirios sin mudanza.

Y no sientes el yugo
de la suerte pesar sobre tu cuello,
ni el hombre es tu verdugo,
ni con ansia un destello
buscas de la verdad, sin poder vello.

Cuando el mundo habitabas,
con la voz de amistad consoladora
las penas aliviabas
de tu amigo, que ahora
hundido en e1 pesar tu ausencia llora.

A1 escuchar tus cantos,
do la razón brillaba y la poesía,
celestiales encantos
mi corazón sentía,
y en su mismo dolor se adormecía.

Si a tu alma por ventura
le es permitido descender al suelo,
cuando la noche oscura
me traiga el desconsuelo
ven a elevar mi pensamiento al cielo.

De mi agitado sueño
las escenas de horror benigno ahuyenta;
la imagen de mi dueño
en vez de ellas presenta,
y haz que tu grata voz mi oído sienta.

amalia parte 7/7

amalia parte 6/7